Mi mejor amiga trabajaba para nosotros como empleada doméstica; pero después de mudarse, mi suegro de 70 años se puso demasiado alegre y luego exigió que insonorizáramos su habitación.

Mi mejor amiga trabajaba para nosotros como empleada doméstica; pero después de mudarse, mi suegro de 70 años se puso demasiado alegre y luego exigió que insonorizáramos su habitación.😱😱

Me casé lejos de mi familia, y con tanto trabajo apenas tenía tiempo para quedarme en casa y cuidar a mi suegro enfermo. Por eso, cuando supe que mi mejor amiga necesitaba trabajo urgentemente, decidí ayudarla.

La contraté como empleada doméstica y le pagaba 10.000 al mes. Parecía la solución perfecta: tendría a alguien de confianza y, al mismo tiempo, podría apoyarla económicamente.

Al principio, todo iba sobre ruedas. Mi amigo se esforzaba al máximo y yo me sentía tranquilo. Pero después de un par de semanas, empezaron a ocurrir cosas extrañas.

Mi suegro, que siempre se quejaba de estar cansado y apenas podía levantarse de la cama, de repente se transformó: se despertó enérgico, tarareando para sí mismo, lleno de vida.

Era como si hubiera rejuvenecido. Mi amiga, en cambio, cada día se veía peor: palidecía, le aparecían ojeras y su sonrisa se volvía forzada. A mis preguntas, solo respondía:
«Todo bien, solo que todavía me estoy acostumbrando al trabajo…».

Pero sus ojos delataban su ansiedad. Por la noche, notaba que su habitación estaba vacía, y por la mañana regresaba agotada. Y cada vez que mi suegro entraba, ella se daba la vuelta, como si intentara ocultar su miedo.

La gota que colmó el vaso fue cuando mi suegro insistió en remodelar la casa: exigió una habitación insonorizada y con cerradura interior. Nos quedamos impactados: ¿para qué un hombre de setenta años necesitaría semejantes condiciones?

No pude aguantar más y llevé a mi amiga aparte. Le temblaron los labios y por fin confesó. Cuando escuché lo que dijo, quedé en shock. 😨😱Continúa en el primer comentario.👇👇

—Tu suegro, el loco, me llama a su habitación todas las noches. Me obliga a acostarme a su lado, diciendo que si no, no puede dormir. Me amenaza con que si me niego, dirá cosas que harán que me echen de casa… También dijo que me fotografió mientras me bañaba, y que si me niego, todo el material se publicará en internet.

Tengo miedo, ¿entiendes? Susurra que nadie me creerá, pero todos le creerán a él. Dice que me ama y que quiere que sea su esposa. Está loco, ¿entiendes? Y podría hacernos cualquier cosa.

Sus palabras me dejaron en shock. Todo quedó claro: su repentino vigor y su agotamiento eran resultado de su cruel manipulación.

Lo envié a un asilo de ancianos, pero la amistad con ella ya no se pudo salvar: su traición y su silencio me hirieron demasiado profundamente.

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