

Puso un polvo extraño en mi café: cambié las tazas y descubrí la terrible verdad sobre mi novio.
Mi novio y yo llevábamos varios años juntos. Nuestra relación parecía perfecta: viajes románticos, charlas nocturnas, planes para el futuro. Siempre era atento, cariñoso y parecía “el indicado”. Creía que juntos superaríamos cualquier cosa.
Pero hace unas semanas, empezó a cambiar. Se volvió distraído, irritable, evitaba las conversaciones y ponía excusas para alejarse de mí. Al principio, pensé que solo era estrés o problemas laborales. Intenté apoyarlo, pero seguía alejándose.

Entonces ocurrió algo que puso todo mi mundo patas arriba.
Ese día, estábamos sentados en una cafetería acogedora, como en los viejos tiempos. Pedí café para los dos y me disculpé para ir al baño a lavarme las manos.
Al regresar, me detuve cerca de la entrada y vi… su mano suspendida sobre mi taza. Estaba vertiendo con cuidado un polvo blanco en mi café, mirando nerviosamente a su alrededor. Parecía tenso, como si temiera que lo atraparan.
Él no me vio. Y yo no le dije que lo había visto.
Me acerqué con una sonrisa, fingiendo que todo estaba normal, y continué la conversación alegremente. Luego, cuando no me veía, cambié nuestras tazas en silencio. No estaba segura de qué era, pero sentí un profundo miedo por dentro.
No le pasó nada. Se tomó el café, se encogió de hombros y siguió con su día como si todo estuviera bien. Empecé a dudar de mí misma: ¿quizás era solo azúcar? ¿Quizás había entrado en pánico sin motivo?
Pero unos días después, descubrí la terrible verdad sobre mi novio
Continúa en el primer comentario.

Unos días después, encontré un pequeño frasco de pastillas extrañas en su casa. Algo me inquietó, así que lo llevé a analizar.
El resultado me impactó como un rayo: era una sustancia peligrosa que podía provocar un aborto. Y entonces recordé que, apenas unas semanas antes, le había dicho que estaba embarazada.
Todo tenía sentido. Su frialdad. Su miedo. Cómo ya ni siquiera podía mirarme a los ojos.

No sé qué habría pasado si no hubiera cambiado las copas. Pero de algo estoy segura: lo dejé para siempre. Y ahora solo pienso en una cosa: cómo protegerme a mí y a mi hijo de personas en las que no se puede confiar, incluso después de años de amor.
Để lại một phản hồi