UNA CINTA OLVIDADA EN EL REPRODUCTOR DE VHS USADO QUE COMPRÉ REVELÓ A MIS PADRES BIOLÓGICOS – AHORA DESEARÍA QUE NO HUBIERA SIDO ASÍ

Me adoptaron cuando tenía tres años y nunca sentí la necesidad de buscar a mis padres biológicos. Tengo mucha suerte de tener a mi familia adoptiva y, sencillamente, no me interesaban las personas que habían decidido renunciar a mí. Al menos, eso creía yo. La semana pasada pedí como regalo un reproductor de VHS barato y decidí asegurarme de que funcionaba. Tenía una cinta VHS del Rey León lista en la mano, pero al intentar meterla, encontré una cinta olvidada en el interior. Por curiosidad, le di play y no podía creer lo que veían mis ojos. Al principio, era una niña la que aparecía en la pantalla. Debía de tener dos años y era mi viva imagen. Balbuceaba alguna tontería, haciendo girar una cinta en sus manos. Luego, una voz de mujer la llamó por mi nombre. Se me llenaron los ojos de lágrimas. Quise pulsar stop para darme un segundo para respirar, pero no pude moverme. “¡Deja de filmarla!”, gritó una voz de hombre desde otra habitación. Lo que dijo a continuación me cambió para siempre. La historia completa en los comentarios.

…El hombre volvió a gritar, esta vez más fuerte, con un tono que me heló la sangre:

—¡No te encariñes, ya te dije que esa niña no se queda!

La cámara tembló, como si la mujer estuviera llorando detrás del lente. Entonces se escuchó su voz, quebrada:

—Pero es nuestra hija…

—No, es TU problema —contestó él—. Yo no voy a criar a alguien que no quise.

La cinta terminó con la niña —yo— mirando a la cámara, confundida, y luego una mano femenina acariciándome la mejilla antes de que la pantalla se llenara de estática.

Me quedé paralizado. Hasta ese momento, había idealizado la idea de que mis padres biológicos me habían dado en adopción “para darme una vida mejor”. Pero esa cinta mostraba otra verdad: mi madre biológica me había amado… y mi padre biológico me había rechazado con crueldad.

Ahora no puedo dejar de pensar: ¿sigo buscando a esa mujer que intentó quedarse conmigo, aunque eso reabra heridas? ¿O dejo enterrado todo, porque quizá descubrir más me dolería aún más?

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