

Justo después de quedarme embarazada, mi marido empezó a comportarse de forma extraña: llegaba tarde a casa, siempre cansado, iba directamente a la ducha. Y de repente se volvió avaricioso: nada de flores ni regalos, nada de dulces sorpresas ni citas nocturnas como antes. Supe que tenía que haber otra mujer. Así que puse una aplicación de rastreo en su teléfono. Hoy, cuando me dijo que trabajaría hasta tarde, lo comprobé. Mi corazón se hundió – aparecía nuestro restaurante favorito. Llegué allí en 15 minutos, lista para enfrentarme a él y a su amante. Pero lo que acabo de ver me destrozó el corazón aún más. Este es mi marido, de pie allí con
…un ramo enorme de flores y una caja envuelta con un lazo dorado. Lo vi mirar su reloj varias veces, nervioso, como si esperara a alguien muy especial. Mi estómago se revolvió: ¿así que era cierto? ¿Tenía otra?
Me acerqué más, con las manos temblorosas, y entonces apareció una mujer… pero no era una amante joven y glamurosa como me había imaginado. Era mi madre. 😳
Ella lo abrazó, y él le entregó el regalo. Pude oír un poco de la conversación:
—“Gracias por ayudarme con todo. Quiero que sea perfecto para ella. Se lo merece después de todo lo que ha pasado”.
Me quedé paralizada. Resultó que mi marido llevaba semanas planeando una sorpresa para mí con ayuda de mi madre: una fiesta íntima para celebrar mi embarazo. Todo su comportamiento raro —el cansancio, las escapadas, el dinero que parecía esconder— estaba relacionado con los preparativos de ese evento secreto.
Y allí estaba yo, escondida tras una columna, con lágrimas en los ojos, sintiéndome la peor persona por haber dudado tanto de él.
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