A los 65 años, un hombre se volvió a casar con la hija joven de su amigo; pero en su noche de bodas, mientras le quitaba el vestido de novia, vio algo terrible.

A los 65 años, un hombre se volvió a casar con la hija joven de su amigo. Pero en su noche de bodas, mientras le quitaba el vestido de novia, vio algo terrible.

Tenía sesenta y cinco años. Hacía tiempo que se había resignado a la idea de pasar su vejez solo: cinco años antes, su esposa había fallecido y, desde entonces, regresaba a una casa vacía cada noche.

Todo cambió una noche cuando visitó a su viejo amigo. Allí vio a la joven hija soltera de su amigo e inmediatamente se enamoró

Ella era mucho más joven que él, pero algo floreció rápidamente entre ellos que no se podía explicar con palabras. Hablaron durante horas, encontrando el uno en el otro una calidez y una comprensión que ambos echaban mucho de menos. Pronto, sus sentimientos se hicieron evidentes: él se enamoró profundamente de ella, y ella de él.

Sin embargo, el padre de la chica se oponía a esta unión. “¡Deshonrarás a la familia!”, gritó, dejando a su hija fuera de casa. La chica escribía cartas, y el hombre esperaba en la puerta, esperando al menos una mirada. Estaban separados, con la prohibición de verse, pero su amor no se desvaneció.

Lucharon por el derecho a estar juntos y, a pesar de la resistencia, lograron su objetivo: la boda tuvo lugar.

Ese día fue como la celebración de una nueva vida. El hombre se sentía joven, y su novia irradiaba felicidad. Parecía que solo les esperaba alegría. Pero…

En su noche de bodas, mientras él desabrochaba cuidadosamente su vestido de novia, vio algo terrible

Debajo del encaje, vio profundas heridas recientes que le cruzaban la espalda. El hombre se quedó paralizado, incrédulo ante sus ojos. Ella apartó la mirada, con lágrimas brillando en sus mejillas.

—Es papá —susurró—. Todo este tiempo me golpeó… dijo que era una vergüenza para él y para nuestra familia…

El anciano sintió un nudo en el estómago. Su corazón se hundió de dolor y rabia. Se dio cuenta: todos esos días, cuando habían luchado por el derecho a estar juntos, ella había pagado un precio terrible.

La abrazó, intentando no tocar las heridas, y dijo en voz baja:

—Ahora nunca más estarás sola. Haré todo lo posible por protegerte.

Esta noche no fue el comienzo de una vida familiar feliz para él, sino un juramento: por el resto de su vida, estaría a su lado, sin permitir jamás que nadie volviera a lastimarla

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