Mi marido se encerraba en el baño todas las noches durante dos horas: una noche cogí una linterna, fui a comprobarlo y detrás de los azulejos encontré un agujero… y dentro había unas bolsas extrañas…

Mi marido se encerraba en el baño todas las noches durante dos horas: una noche cogí una linterna, fui a comprobarlo y detrás de los azulejos encontré un agujero… y dentro había unas bolsas extrañas…😱😱

Últimamente, mi marido se comportaba de forma muy extraña. Al principio, pensé que tenía una amante. Salía por las noches y podía quedarse en silencio en casa durante largos ratos, como si estuviera pensando en algo. Pero luego me di cuenta: no tenía nada que ver con otra mujer.

Todos los días se encerraba en el baño. Cerraba la puerta con llave, abría el grifo para no oír nada y podía quedarse allí sentado hasta dos horas seguidas. Nunca llevaba el móvil, así que seguro que no hablaba con nadie. Le pregunté varias veces:

—¿Qué haces ahí dentro tanto tiempo?

Y cada vez recibía la misma respuesta tajante:

— Nada, no es asunto tuyo.

Mi curiosidad creció, y con ella, mi miedo. ¿Qué escondía? ¿Por qué se comportaba de forma tan extraña?

Una noche, cuando se había quedado dormido, decidí arriesgarme. Cogí una linterna para no encender la luz y despertarlo, y entré en silencio al baño. Todo parecía completamente normal. Azulejos limpios, bañera blanca, el olor familiar a jabón.

Pero entonces me di cuenta de algo extraño.
En la pared, detrás del inodoro, había arañazos y grietas. Y eso que acabábamos de reformar el baño, ¿de dónde habían salido?

Toqué una baldosa. Se tambaleó. Un movimiento, y un trozo cayó al suelo, dejando al descubierto un agujero negro en la pared. Me quedé paralizado, con el corazón latiendo a mil por hora. Dentro había algo oculto. Metí la mano y saqué una bolsa de plástico. Luego otra.

Me temblaban las manos. Abrí el plástico de un tirón y casi me desmayo del horror. 😲😱Dentro había… (Continúa en el primer comentario 👇👇)

Dentro había joyas de mujer: anillos, pulseras, collares… pero todas estaban cubiertas de manchas marrón rojizas. Sangre seca. En un anillo, incluso había un mechón de pelo ajeno adherido.

Sentí náuseas. Después supe que mi marido había estado trayendo esos objetos de escenas del crimen. No sé cuántas mujeres fueron sus víctimas, pero cada joya era un trofeo, un recordatorio de sus monstruosos actos.

Rápidamente, casi presa del pánico, volví a meter todo en las bolsas, las escondí en el agujero y coloqué la baldosa de nuevo.

Esa noche no pegué ojo. Me quedé a su lado, escuchando su respiración tranquila, mientras las imágenes de las joyas manchadas de sangre se repetían en mi mente. Lo comprendí: el hombre que dormía a mi lado era un monstruo.

A la mañana siguiente, no dije ni una palabra. Empaqué mis cosas, di un portazo y fui directamente a la policía. Nunca más lo volví a ver, pero estoy segura de que lo arrestaron.

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