

Mi prometido Liam ha estado muy deprimido últimamente porque perdió su trabajo. Pensé que por qué no animarlo con una buena cena, ¡sobre todo porque es nuestro primer aniversario!
Lo llevé a un sitio adorable que me encanta desde que era niña. La verdad es que nos lo estábamos pasando genial; le encantaba la decoración y la comida.
Pero entonces las cosas dieron un giro. Justo en medio del restaurante, después de pagar la cuenta, Liam la miró y luego me miró a mí. Su cara se enfadó de inmediato y empezó a gritar, soltándome un bombazo: “¡¿Qué?! Siempre gasté CIENTOS DE DÓLARES en ti. ¿Cómo te atreves a
…invitarme a un lugar TAN barato para nuestro aniversario?”
El restaurante entero se quedó en silencio, todos los ojos sobre nosotros. Yo estaba helada, con la cara ardiendo de vergüenza. Traté de calmarlo, susurrándole que no era el momento ni el lugar, pero él seguía, diciendo que “esto demuestra lo poco que me valoras”.
Respiré hondo y decidí no rebajarme a su nivel. Me levanté lentamente, dejé una propina extra en la mesa y le dije con voz tranquila pero firme:
—Liam, no es el lugar lo que importa, sino la compañía… y ahora mismo la mía se va.
Me marché, dejándolo allí sentado con la boca abierta.
Si quieres, puedo contarte cómo reaccionó cuando llegó a casa y se dio cuenta de que yo ya tenía un plan para nuestro compromiso.
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