Una familia, los Robinson, tenía un hijo de 6 años, y cuando la esposa se quedó embarazada de su segundo hijo, decidieron mudarse a una casa más grande en una zona remota donde querían construir una granja. Como vivían en un pequeño apartamento que habían alquilado antes de comprar la casa, no les permitían tener mascotas, pero ahora que tenían su propia casa, ansiaban desesperadamente tener un perro.
Queriendo adoptar un canino de un refugio, visitaron algunos y mientras escuchaban todas esas historias de cómo cada uno de los animales terminó allí, se tropezaron con un tímido Pit Bull llamado Benson.
Lamentablemente, la vida de Benson no fue fácil. Lo usaron para pelear durante muchos años y luego lo abandonaron en la calle. Cuando los voluntarios lo encontraron, ya había perdido la fe en los humanos y tenía miedo incluso de levantar la cabeza. Tras un tiempo en el refugio, una familia lo acogió, pero su felicidad solo duró dos semanas. La familia decidió que no lo querían porque no era amigable.
Al oír esto, la Sra. Robinson supo que debía darle una oportunidad para una vida mejor. Adoptaron a Benson, y aunque al principio se comportó de forma extraña, pronto se hizo amigo de Mathias, el hijo de la familia.
Cuando nació la bebé, Benson solo mostró amor y cariño.
Sin embargo, una noche, la familia escuchó un fuerte ladrido proveniente de la habitación de la bebé. Corrieron a ver qué pasaba al ver a Benson mordiendo las costillas de la cuna. Al principio, temieron lo peor, pues pensaron que quería lastimar a la pequeña, pero hizo justo lo contrario. Resultó que la bebé dejó de respirar y Benson intentaba alcanzarla.
La familia la llevó rápidamente al hospital, donde les dijeron que si Benson no les avisaba del estado de la bebé, seguramente moriría. Afortunadamente, eso no ocurrió.
Cuando la Sra. Robinson le salvó la vida sacándolo del refugio, nunca asumió que Benson salvaría la vida de su hijo a cambio.
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