Aléjate de nosotros». Mi hija me empujó al suelo. Le respondí «Vale», dejé de pagar a su nueva casa y, cinco horas después, mi teléfono se llenó de 30 llamadas perdidas.
Me llamo Elena, y nunca imaginé que las personas que más quería pudieran hacerme tanto daño como mi propia hija. A los cincuenta y ocho […]